sábado, 26 de julio de 2008

Cesarín Gerónimo, “Primer Seibano en jugar en las Grandes Ligas de Beisbol”


Son muchos los jardineros que han desfilado por los diamantes de las Grandes Ligas y por la Liga Dominicana, pero cuando se escribe y se hable de un patrullero central fuera de serie hay que citar al seibano César Francisco Gerónimo Zorrilla. Nació en El Seibo, 11 de marzo 1948.

Fue el primer pelotero dominicano firmado por los Yankees de Nueva York. Por cosas del destino nunca pudo pisar el terreno del Yankee Staduim. Después de jugar en 131 partidos en las Ligas Menores y un promedio de 194, se encontró en la lista de jugadores de la organización de los "Astros de Houston" que lo obtuvieron en el "Sorteo Anual de Novatos" en 1969. Los Astros de Houston lo vieron y les gusto su velocidad, su gran brazo y buena defensiva. Fue el dominicano 24 en debutar en el big show.

Fue un cacique desde que presentó credenciales con los Tigres del Licey en la temporada de 1967-68, equipo con el cual militó durante 18 campañas.

Cesarín marcó la diferencia en la victoria del Licey en la temporada 1982-83. El veterano realizó su mejor campaña dominando seis circuitos de los más importantes, con 41 carreras remolcadas, 79 hits, 62 sencillos, 103 bases alcanzadas, co-líder en juegos jugados con 59 y campeón de bateo con .341 razón por la que fue seleccionado como Jugador Más Valioso. Su promedio de por vida fue de .282 el duodécimo mejor de todos los tiempos. Cesarín, en series finales, promedió .309 en 12 eventos.

En la Liga Dominicana, en casi medio siglo de béisbol, es uno de los jugadores defensivos de más colorido y mayor elegancia, amén de un brazo de bazooka. En en el más amplio sentido de la palabra, era una muralla y pobre del corredor que tratase de tomarle una base extra.

El 29 de noviembre de 1971 fue negociado a los Rojos de Cincinnati. Otros puntos luminosos de Gerónimo fue haber bateado en tres ocasiones cinco hits en un juego. La primera vez fue el 15 de abril de 1973 frente a los Gigantes de San Francisco, el 13 de junio de 1975 frente a los Cubs y el 29 de junio de 1976 contra los Padres de San Diego.

Participó en tres Series Mundiales con la Gran Maquinaria Roja donde tuvo promedio de .246, fruto de 14 hits en 57 turnos al bate. En la Serie Mundial de 1975 disparó 2 jonrones y bateó para .308 en la de 1976.

Su trabajo defensivo fue impecable consiguiendo en una Serie Mundial el más alto fildeo con 1,000 puntos en 24 chances en 7 juegos yen 1976 de más bases robadas en 4 juegos con 2.En las Grandes Ligas jugó para Houston, Cincinnati y Kansas City, durante 15 temporadas donde agotó 3,780 turnos y bateo .258.

Defensivamente Gerónimo tuvo marca de 988% al campo con 81 asistencia en 1,377 partidos, 35 errores y 18 doble jugadas. Tiene a su haber cuatro "Guantes de Oro" en (1974, 1975, 1976 y 1977) todos cuando perteneció a los Rojos de Cincinati.

domingo, 13 de julio de 2008

El significado de ser padre

El «buen padre», imagen ampliamente difundida por las sociedades de consumo, es la de «proveedor»: aquél que satisface todas las necesidades materiales del hogar. Para «que no les falte nada a los hijos» trabaja jornadas dobles y aún los fines de semana. El padre no logra satisfacer las necesidades presentes, cuando ya le han sido creadas otras. Así se desgasta febrilmente, sin darse un respiro para disfrutar lo importante: la experiencia única de ver crecer a los hijos.

Los padres que han logrado vencer las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, comparten el gozo en la crianza de los hijos y hablan de «una nueva dimensión en la convivencia familiar».

A pesar de los iracundos reproches de quienes pretenden perpetuar el tabú inmemorial de que cuando el padre se involucra emocionalmente con el hijo se torna «suave como una segunda madre», y que si participa en el cuidado y atención del hijo se convierte en simple «mandilón», cada día son más los padres presentes en el quirófano en el momento del nacimiento de sus hijos, en los cursos prenatales y de posparto para capacitarse en el cuidado del bebé.

Se necesitan dos para engendrar un hijo. También se necesitan dos para su desarrollo. La intuición femenina permite a la madre establecer una comunicación vital con el hijo desde el momento mismo de su nacimiento. Interpreta las señales de temor en el infante y con mimos lo tranquiliza y conduce suavemente.

La voz del padre es de importancia suma: da seguridad, confianza en el porvenir, establece los límites de la conducta infantil, y cierra el círculo del amor que debe rodear al niño. El padre proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia es poderosa en la salud emocional. La madre le dice: «con cuidado», y el padre le dice «uno más», al estimular al pequeño a subir otro peldaño para que llegue a la cima. Juntos, tomados de la mano, padre y madre guían al retoño en el camino de la vida.

El padre de hoy se abre a las necesidades más sutiles del hijo: las emocionales y las psíquicas. Trasciende la preocupación de sí mismo y sus ocupaciones, y logra ver al hijo en sus propios términos. Propicia el ambiente que le permita el desarrollo de su potencial en un marco de libertad responsable, no de dominación.

No se detiene en la periferia, sino que conoce al hijo de cerca. Lo guía sin agresividad, con firmeza motivada y razonada, por el camino de los valores que desea heredarle. El padre de hoy se ha dado permiso para ver con ojos de amor al retoño de sus entrañas. Advierte en el hijo, más allá de las limitaciones presentes, el cúmulo de posibilidades que está por realizar. Y a su lado goza cada peldaño de su desarrollo.